Christian nunca ha sido el típico estudiante ejemplar. Desde la ESO, sintió que el sistema educativo no encajaba con él y, a los 16 años, decidió abandonarlo. Probó con un ciclo de electrónica, pero repetir y dejarlo a medias solo reforzó la idea de que los estudios no eran lo suyo. Buscó entonces su lugar en el negocio familiar como pintor, con un buen sueldo y una vida que giraba en torno a la fiesta, las drogas y el amor romántico mal entendido, donde la validación de los demás parecía más importante que su propio bienestar. En esa etapa, la búsqueda constante de placer y aceptación lo alejaba cada vez más de sí mismo, sin un rumbo claro ni una perspectiva de futuro.


El punto de inflexión llegó a los 21 años, cuando decidió romper con esa inercia y estudiar Atención Sociosanitaria en Barcelona. Fue en esos primeros contactos con personas en situación de vulnerabilidad donde comenzó a construir su identidad y sus valores. El trabajo con personas con discapacidad y mayores le mostró otra realidad, una donde lo importante no era encajar, sino acompañar, escuchar y entender la vida desde otra perspectiva. Durante los veranos, trabajó en centros de día y residencias, sumergiéndose cada vez más en el mundo del cuidado y el apoyo social, y descubriendo que su verdadera vocación tenía que ver con las personas y sus historias.
Con esa base, continuó su formación como integrador social, especializándose en inclusión, salud mental, pluridiscapacidad e inserción sociolaboral. Cada experiencia le confirmaba que quería trabajar con quienes, como él en su momento, habían sentido que no tenían un sitio en el mundo. Sin embargo, la idea de estudiar una carrera universitaria seguía pareciendo inalcanzable. Lo intentó con Pedagogía, pero no le convenció, hasta que, con 28 años, decidió enfrentarse a sus propios miedos y comenzar Psicología en la UOC.


Mientras estudiaba, trabajó en un centro de menores, donde comprendió en profundidad lo que significa ser adolescente y sentirse perdido. También colaboró en proyectos de educación sexual con perspectiva de género y prevención de violencia e igualdad. Todo esto lo llevó a fundar Hari en Adolescencia en 2023, un proyecto que en 2024 se consolidó como un espacio de apoyo para adolescentes y familias en temas de salud mental, educación afectivo-sexual, adicciones y exclusión social. Ahora, con su monólogo, busca romper tabúes, hablar de lo que nadie quiere decir y demostrar que, aunque el camino no sea fácil, seguir siempre es la clave para conseguir.